6 de diciembre de 2005

Caprichos del destino

Mientras observo sin demasiada atención la película que hoy echan en la TV "Caprichos del destino", la historia de un hombre y una mujer que descubren por un accidente aéreo que sus respectivas parejas, ya muertas, le eran infieles no puedo evitar recordar lo acontecido en los últimos dí­as. Nada que ver con mis circunstancias, pero el título me resulta extrañamente evocador. ¿Es el destino el que gobierna nuestros días? Si es así­ porque se empeña en que me encuentre con seres excepcionales, con gente por la que estaría dispuesto a pasar, sino toda, gran parte de mi vida y que el momento, las circunstancias sean las que se empeñen en estropearlo todo. Pero lo más triste sucede después de pasar un tiempo, necesario para superar una ruptura, porque es entonces cuando algunos de ellos advierten que han cometido más de un error, que se precipitaron, que me echan de menos, que tienen que recuperarme de algún modo cuando en muchos casos es demasiado tarde. Su recuerdo aparece ya emborronado, los sentimientos se mezclan con otros más recientes que han ido arrinconando y relegando a un pequeño espacio lo que un día fue el centro de mi pequeño universo particular y mirar al pasado es como ver una película en la que ya no te reconoces y simplemente pareces un actor interpretando un papel que alguna otra persona escribió. No se trata de rencor, ya les he perdonado, si es que habí­a algo que perdonar, sino lo haré cuando el tiempo pase lo suficiente como para que mis heridas cicatricen, puede que no completamente pero sí­ lo suficiente para que olvide que están ahí­, recordando el pasado que fue nuestro y que ahora no pertenece a nadie, perdido en el olvido de los recuerdos que nadie busca o en la amargura de los recuerdos que todaví­a despiertan punzadas en esas cicatrices que creemos curadas pero que no lo están y lo más triste, nunca estarán del todo. Ayer volví­ a sentir que podía empezar de nuevo, que nada hubiera resultado más sencillo que dejarme llevar para acabar en una cama ajena soñando que el año y medio que habíamos estado separados no habí­a sido más que un paréntesis y que incluso la relación que tení­a hasta hace un mes y medio y que resultó en muchos aspectos catastrófica no era más que la confirmación de que teníamos que intentarlo de nuevo pero no fui capaz. Volví­ a casa sólo, a una cama que me resulta enorme, al frío de una habitación que el invierno se empeña en invadir por una ventana que no cierra bien, a una Navidad cada vez más cercana sin nadie al que regalar ese regalo que buscar con profusión sólo para ver esos ojos brillar de alegría, de emoción, de felicidad... Espero que no por mucho tiempo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Guerrero solitario...bien te mereces ese nombre. Está claro que has luchado hasta el final por tu destino, aunque veo que te preguntas "¿y dónde está la recompensa?" y yo te digo, "quizá te aguardan mejores momentos de los ya vividos. Has estado en un trampolín del que de nuevo te lanzarás a un vacío, en busca de nuevas personas, de nuevos sentimientos...de un nuevo destino".
Pero tienes que estar preparado para hacer frente al nuevo reto. ¿Cómo?
Permíteme, compañero, que traiga ante tus ojos unos versos del amigo Benedetti.
"[...]Y SI LA MEMORIA APRIETA, PARA ESO EST� EL OLVIDO
o trasmutar el recuerdo
en cualquier otro peligro
si es otono en primavera
si es invierno en el estio
si es desamor en amor
y si es amor en delirio
si es ordenanza en azar
y si es azar en destino
lo malo que poseemos
en lo bueno que perdimos
es un modo de arrojar
por la borda lo prohibido
y aunque extraviemos los nombres
incautarnos de sus simbolos
y archivar al pobre dios
como asunto concluido[...]

Recuerda, juglar del s.XXI, cómo todavía retumban en el aire los versos del poeta...
"Si la memoria aprieta
para eso está el olvido, si la memoria aprieta...para eso está el olvido..."

El llanero solitario dijo...

Gracias Cyrano, sólo espero que el olvido se apiade siempre de ti porque eres de las personas que mereces estar en la mente de todos los que hemos tenido la suerte de cruzarnos contigo

Anónimo dijo...

Bienvenido a la blogosfera y al complicado ejercicio de depellejarse un poquito en público. Y gracias por dejarme mirar por esta ventanita tan personal.