23 de marzo de 2009

Casi me amabas

Ayer comenzó la primavera oficialmente aunque hace semanas que un calor generoso invade Madrid haciedo que las calles y los parques escupan gente deseosa de disfrutar de un sol demasiado esquivo tras un largo y penoso invierno. Debería sentirme dichoso por toparme de nuevo con la estación que con la que Madrid muestra sus mejores galas, del color verde brillante de sus parques y jardines, los mismos que en tres meses estarán mustios bajo el terrible sol del estío de la meseta castellana pero algo falla en la ecuación que antaño me resultaba tan familiar. Aún no he despejado la incógnita, puede que detrás de una fórmula aparentemente sencilla haya una solución terriblemente compleja o incluso algo más trágico, sucede a veces al enfrentarse a un problema matemático cuando ningún valor de la incógnita hace cierta la igualdad. No sé porque intuyo sin embargo que todo se encierra en el título de un poema de Vicente Aleixandre encontrado por azar mientras rebuscaba un libro de Neruda que creía tener en mi estantería, el mismo que da título a la entrada de este blog. O tal vez no pero tan complicado resulta intentar replicar o simplemente explicar la complejidad humana en una serie de juegos de números y de letras relacionadas entre sí a través de una igualdad como en tres palabras juntas por mucho que al leerlas se me revuelvan las entrañas.

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