9 de noviembre de 2008

Clandestino

Aunque soy consciente de que todos buscamos constantemente la aprobación de los demás siempre había creído manejar mejor la presión social que eso supone, al fin y al cabo uno nunca puede contentar a gente tan diversa y ya había asumido mi rol de "rarito" convencido del grupo, siempre comportándome de una manera un tanto extravagante según los convencionalismos de casi todos, demasiado clásico para algunos, demasiado progresista para otros. De algo tiene que servir pertenecer a una minoría, de esas que ha luchado bastante para que se le reconozca valor a la diferencia y se nos deje ejercerla sin temores. Pero últimamente tengo la sensación de que en algo tan personal y tan poco objetivo como lo de elegir pareja me siento un tanto esclavo de las opiniones de los demás. En realidad no son por el momento relaciones excesivamente serias pero aún así esa búsqueda de la continua aprobación de los demás me desespera. Nunca nadie es lo suficientemente bueno para aquellos a los que inocentemente pido evaluación o los que opinan sin siquiera haberles pedido su punto de vista. Y opinan con demasiada ligereza, con una superficialidad para la que bastan minutos, un cruce de miradas, dos palabras con aquel al que juzgan. Sé que en esto como en tantas otras cosas debería bastar mi opinión pero sus palabras son demoledoras, especialmente cuando yo ya albergaba alguna duda y tiran por la borda la escasa ilusión que en estos tiempos que corren pongo yo para empezar algo con alguien. Será que en realidad ni siquiera yo estaba convencido cuando tanto me influyen sus opiniones que sistemáticamente destrozan al otro pero a estas alturas de la vida, después de tantos palos, raro es no sentir dudas y ya no es hora de príncipes azules sino de seres de carne y hueso con sus virtudes y defectos. A mi nunca me ha gustado meterme en esos asuntos, demasiado delicados y subjetivos pese a que he tenido que aguantar parejas de amigos que me han causado poca simpatía, por eso me molesta la facilidad con la que los demás valoran algo tan personal y encima de manera tan negativa. Al final sólo van a lograr que esas relaciones las viva en secreto, ajeno a sus miradas inquisitivas y su falta de respeto, de vuelta a esa clandestinidad que creía haber dejado atrás. Flaco favor...

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