17 de julio de 2008

Expreso de medianoche

Pensé que lo había superado sin apenas heridas, que ya no te necesitaba, que solo eras un recuerdo, a veces bueno y a veces malo que me molestaba en ocasiones pero que lograba apartar de mi mente fácilmente hasta que volví a verte. Fue tenerte enfrente, oir de nuevo tus miserias para sentir que de nuevo me volvían a envolver tus problemas y que pese a ellos te echaba de menos. Sólo una mesa nos separaba pero había una especia de muro de cristal que nos impedía acercarnos más. Fui frío y distante, orgullosa víctima de tus ausencias, puede que hiriente a veces pero no entiendo ese afán por ser amigos como si nada hubiera pasado, como si en definitiva pudieras quedarte con todo lo bueno que teníamos sin las obligaciones, sin la necesidad de cruzar Europa para verme, libre para regocijarte en ese dolor que te sigue comiendo las entrañas. Si no hubieras equivocado el destinatario de tu mensaje, de ese sms que enviaste una vez llegaste a casa en el que te reconocías triste al ver que todo ha acabado ya entre los dos y que ni siquiera la amistad entre los dos veias posible, ese mensaje destinado al confidente de tus problemas, hubiera creído que ya no te importaba y que habías asumido sin problemas nuestra nueva situación aunque echaras de menos un contacto más continuo entre los dos. Me alegró saber que aún extrañas lo nuestro, a mi también me pasa aunque haya tenido que volver a verte para darme cuenta, fue una alegría momentánea porque pronto me di cuenta que ya todo da igual, la distancia sigue ahí, eterna compañera de nuestras vidas a las que sólo concede treguas momentáneas y la melancolía volvió invadirme como si de una espesa niebla se tratara, atípica en estos meses de verano. No he vuelto a saber de ti y dudo que vengas a mi cumpleaños. A veces hasta lo prefiero. Has vuelto a decolocarme y eso que te evité desde que llegaste. De una manera inconsciente sabía que no me haría bien volver a verte, que el expreso de medianoche hace tiempo que dejo tu estación, puede que sin rumbo fijo pero dispuesto a vivir nuevos amaneceres. Tu visita sólo ha servido para retrasar el reloj, para volver al punto de partida, toca volver a rehacer la maleta y emprender de nuevo el viaje, puede que incluso con más fardos de equipaje pero no sin menos ganas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy es una de esas tardes de verano en la oficina y me he acordado que hacía mucho que no visitaba tu blog. El año pasado escribiste bien poco, quizá también por eso perdí el hábito.
Hoy me he leído todo el 2008 de un tirón y me ha dejado un sabor agridulce en la boca. Dulce porque siento que llego a tu corazón desnudo, sin máscaras ni poses. Agrio porque me gustaría que, en lugar de leernos a través de una fría pantalla, fuésemos capaces de contarnos estas cosas delante un café humeante.
Y, sobre todo, agrio porque me gustaría ser capaz de espantar a la melancolía y la tristeza cuando se empeñan en cebarse contigo.
Porque en eso consiste la amistad, ¿no? Las risas son terapéuticas pero un hombro reconfortante para llorar de cuando en cuando, lo es todavía más.
Yo te ofrezco ambas cosas, Dani, totalmente intercambiables incluso en la misma sesión ;-)
Y que sea por muchos años más desde aquellos en que te pintábamos calaveras en los apuntes.
Un beso,
Ra

Anónimo dijo...

Vale que no es plan de promociar mi blog en el tuyo..., pero creo q pasamos por un momento vital con muchos nexos en común, así que te recomiendo mi última entrada en mi blog (joer, parezco Umbral). Esa mesa-muro yo también la siento tantas veces... Lo bueno, que aunque ya no seamos vecinos, a mí por ti si que me merece la pena cogerme el metro, o en C2 que me deja casi casi en la puerta de tu casa. Qué suerte la mía al haberte encontrado!!!! MUAAAAAAAAACCKKK (estoy de un teenager que no me soporto).